Debió existir ya en 1213, cuando Alfonso IX se detuvo en él, según documentos firmados en ese lugar por este rey, el 29 de enero de ese año.
Situada sobre una empinada colina, fue construida sobre una anterior ciudadela romana; en el siglo X perteneció al monasterio de Celanova, hasta que a mediados del XII fue reconstruido por la Corona, que lo cedió como señorío a distintas familias.
Se conservan importantes vestigios de las murallas y vallas, y junto a la iglesia, que se levanta en el centro, aún se conserva una torre de planta cuadrada. Hay magníficas vistas de hermosos paisajes dibujados por el río Tuño.