Bande
“Alá enriba está Bande/ coma unha estampa antiga/ dibuxada no aire./ Pendurada do vento,/Bande das verdes corgas/ cinguidas de silencio (…)”
Tal vez no haya más bellas palabras que las del poeta para describir, a vuela pluma, un municipio en el que las aguas del río Limia ocultan y dejan ver a su económico capricho, los vestigios de la historia.
De una historia que nos coloca de repente en los tiempos de Vespasiano y su “legio septima gémina”, asentada allí para dirigir la construcción de la Vía Nova entre las urbes imperiales de Braga y Astorga.
De una historia que nos traslada a los orígenes de la cristianización de Gallaecia, a través de San Torcuato, el discípulo del Apóstol Santiago, cuyas reliquias hallaron descanso y acomodo en Santa Comba de Bande, antes de recalar, previo milagro, en Celanova.
Pero tiene Bande otras aguas, también, que invitan al ocio y al descanso. Aguas mansas del Prin que invitan a pescar y luego se echan a dormir definitivamente en el embalse. Y aguas caldas de O Baño, que ayudaron a hacer de Portoquintela, en su momento, un foco de vida comercial en el camino. Eso, hasta que las aguas se la bebieron.
Tierras que fueron condado y que supieron defender sus intereses tomando acuerdos democráticos en concejo abierto -cuando esta palabra ni existía- bajo la sombra protectora de un “carballo”.