A Merca
Pocas localidades tienen su topónimo tan enraizado a la idiosincrasia de sus gentes. Como bien sabido es, “merca” procede de “mercar”, o lo que es lo mismo “comprar”. Es decir, comprar y vender, que es a lo que dedicaron tradicionalmente sus “modus vivendi” la inmensa mayoría de sus habitantes (los tratantes), a lo largo y ancho de las ferias y mercados de Galicia. De ahí que no resulte descabellado pensar que el surgimiento de su capitalidad haya surgido de la feria que el día 26 de cada mes se asentaba en un cruce de caminos.
Pero esta es penúltima historia, porque antes hubo otras y no menos interesantes que las de sus vecinos. Historias que nos han dejado vestigios tan singulares como que una de sus aldeas se denomine A Mezquita, cuando, que se sepa, allí nunca haya habido ninguna. O sí. Vaya a saber el viajero!
Haya habido o no mezquita, lo que si sabemos a ciencia cierta -porque todavía está ahí para ser contemplada- es de la permanencia de una de las más sobrias, y por ello espectaculares, iglesias románicas que se conservan en Galicia: San Pedro de A Mezquita.
Como espectacular es la alineada conjunción de hórreos (canastros) que en este caso se conservan en la capitalidad del municipio y que dan fe de que la economía tradicional también tiene mucho que agradecer a la fertilidad de sus tierras bañadas longitudinalmente por el río Arnoia, al pie del cual se dibujan otros paisajes y otras localidades, otrora vivaces e incluso señoriales, como Olás o Ponte Hermida.